lunes, 27 de junio de 2011

Justicia escueta, empresas liberadas

Para construir una tosquera se necesita cumplir con los requisitos legales que impone la Dirección de Minería de la provincia de Buenos Aires, que legislan para una vez hecha la cava. La única condición a priori que pone, es que la zona en la que se quiere excavar sea rural y no urbana, además de un estudio de impacto ambiental (realizado por la misma empresa). Luego, el municipio queda a cargo de la fiscalización, es decir, hacer cumplir a la compañía con los requisitos más específicos: que la profundidad de la cantera no supere a los doce metros, que se haga un vallado para que la gente no tenga acceso y que se pongan carteles indicadores de la actividad y sus peligros.

Con una legislación de por sí pobre, la Municipalidad queda a cargo de hacer cumplir la ley, y ahí comienzan los problemas en Berazategui. En Ranelagh, localidad del municipio, se está construyendo una tosquera en plena zona urbana. Lo que hizo la autoridad municipal fue rezonificar el área, cambiarle el nombre, y convertirla en rural, o sea, apta para las excavaciones mineras, y ahora hay un cantera en medio de una zona residencial, lo que viola la regulación provincial al respecto.

Cualquier remoción de tierra tiene que estar habilitada por un proyecto que haya sido aprobado y chequeado a través de un impacto ambiental. Como ese impacto lo evalúa la empresa, siempre va a estar acorde a la ley, a un emprendimiento beneficioso para todos, y no hay ningún tipo de control después de que se aprueba el impacto”, reflexiona la concejal de Berazategui Mónica Colman, de la Comisión de Medio Ambiente y del bloque Igualdad y Justicia Social. Por su lado la firma Gildin SA, principal excavadora de la zona y dueña de Tosqueras del Sur, la compañía a cargo de la cava en Ranelagh, no quiso aportar ningún tipo de declaración al respecto de su trabajo en Berazategui.

Desde la gestión Mussi, padre e hijo, se incrementó la no regulación de las tosqueras. Se está utilizando a Berazategui para la construcción de barrios cerrados. Para eso se usa la tosca, para rellenar los terrenos, y es lo que ha provocado que haya más cavas en el municipio”, asegura Ana María Sioch, concejal del bloque del Acuerdo Cívico, integrante de la comisión de Medio Ambiente.

Por su parte, el subsecretario del Concejo Deliberante, Roberto Romero, del bloque oficialista, opina muy distinto: “En esta gestión hubo un seguimiento mucho más estricto con este tema, hay una política clara de alambrado y cuidado de las cavas”.

En las 27 tosqueras diseminadas por todo Berazategui, solo una, la que está en Ranelagh, tiene impedido su acceso. Todas las demás son de muy fácil llegada para cualquier persona que lo se proponga. Esta realidad se encuentra a simple vista, basta con pasar por enfrente de las cavas que están sobre la autopista Buenos Aires-La Plata: tienen un alambrado, que cubre sólo un lado de la laguna, desde todos los demás costados, no está impedido el paso.


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